Creo que todos los que empezamos
a dedicarnos a la investigación sentimos que se nos encoge el estómago cuando
pensamos en el futuro. Es cierto que hay que ser consciente de que la carrera
que hemos elegido es complicada, y ya lo era antes de la famosa crisis, pero
creo que en los últimos años las cosas todavía se han puesto más difíciles.
Supongo que la primera opción que todos tenemos en mente es la de acabar
el doctorado lo mejor posible y conseguir un postdoc en Europa o EEUU. Este ha
sido el destino de la mayoría de mis compañeros y por lo que leo el de la
mayoría en general. Me ha parecido muy interesante el artículo de El País “Fuga
de cerebros”, además de abordar este tema contando la experiencia de mucha
gente, habla sobre un centro puntero en biología molecular de plantas, mi
ámbito de investigación, así que casi he visualizado mi futuro y no ha sido una
sensación muy agradable. Me queda clarísimo que si sigo en la investigación difícilmente
voy a lograr una estabilidad laboral ni económica. Lo peor es que después del
postdoc casi parece impensable volver, y si hay alguna opción las condiciones
son bastante peores que en el extranjero.
Por tanto, si las cosas están así
no es de extrañar que después del doctorado mucha gente abandone la carrera
investigadora. Para seguir en ella hay que renunciar a muchas cosas y puede que
la gente no esté dispuesta a hacerlo o le de mayor prioridad a otros aspectos
de su vida.
Otra opción, que hace unos años
supongo que era el objetivo de la mayoría de becarios predoctorales, es la de
obtener una plaza de profesor en la universidad. Ahora mismo esa opción creo
que ha pasado a ser la última porque apenas salen plazas y como bien demuestra
el estudio de El País casi la mayoría ya tienen nombre y apellidos antes de que
salgan. Esto es muy injusto, y unido a que cada vez cuesta más jubilarse…
Viendo el panorama a una le entra
la depresión. Estoy en mi primer año de doctorado y creo que todavía evito
pensar en ese…¿y después qué? Hay gente que me comenta “tómatelo como un
contrato de trabajo y después a otra cosa”. Es una posibilidad, siendo
ingeniera agrónoma creo que tengo un abanico de posibilidades dentro del
mercado laboral, pero otras carreras como biología lo tienen más complicado.
Sin embargo me da rabia, porque el doctorado supone mucho esfuerzo, se le
dedican muchas horas y los resultados que se obtienen pueden ser muy valiosos.
Pero esto no se valora, algunos ni lo consideran un trabajo y con los últimos
recortes el sistema científico español cada vez está más limitado.
A pesar de todo esto, todavía
tengo ánimo, me gusta lo que hago y no me importa dedicarle más tiempo del que
me pagan. Por eso, que quede claro, si tengo que abandonar la carrera
científica algún día será porque todas estas circunstancias ME HAN OBLIGADO.